Por Pedro Luna Monroy
I
¡Oh dulce musa de
la bella voz,
Magna protectora de
la elocuencia,
Esclavo quiero ser
de tu poder atroz,
Del cual quiero
tener experiencia!
A Calíope dedico
los primeros versos
De éste poema,
dificultosa travesía;
Pues mortal soy y
sólo no puedo,
Con labios mortales
hablar de poesía.
¡Le ofrendo mi voz, le
ofrendo mi boca!
Para
que los moje con numénica miel.
Debo
admitirlo, mi angustia no es poca,
Quiero
cantar palabrillas de oro,
Hablar
bellamente y sin tanto decoro,
Y
quizás de mi boca sólo emane hiel.
II
A
los oídos que escucharme quisieran,
Sólo
quiero regalarles las flores
De
tiernos pétalos y suaves colores,
Que
de mi boca emanar pudieran.
En ningún momento pretendo
Vanagloriarme de esta sinfonía,
Que quede bien claro, no es mía.
Ahora veo, ahora entiendo,
Que
cual tañedor con su lira,
Va la
musa tañendo
Lo
que al poeta le inspira.
III
La musa con mi mortal voz, canta;
Con
mi mano diestra escribe lo que escribo,
Mientras
su fuego me embelesa, vivo.
Con
estos versos quiero cantar
El
dulce canto de la musa majestuosa,
Que
ya con gusto degusto en mi paladar.
Trataré de esbozar
En
unos versos y unas estrofas,
La
experiencia del poeta
Que
va de la inspiración al canto.
Espero
acabar mi empresa
Sin
sufrir ningún quebranto.
Con
conciencia clara de lo que pudiera decir,
Más
que definir cosas las quisiera hacer sentir
¡Hacer
que vivan las letras!
Que
las palabras encarnen,
Que
las palabras se vuelvan piel,
.
Huesos y sangre.
Que se conviertan en
música
De
claras notas inefables,
Y que
acompañen al viento
Al
ritmo de las horas danzantes.
Cuando
el poeta se inspira
Poco
importan tiempo y lugar,
Y
así, el mundo que gira
Se
detiene ante su mirar.
IV
En
soledad la poesía nace
De un
sentimiento interior
Que
en comunión con el mundo se hace.
Y en un acto posterior
Que
requiere cierta destreza,
La
poesía vivamente
Se
vuelve materia;
Pintura,
Ondas
sonoras,
Fonemas,
Recordemos
hermanos míos,
La
poesía no es el poema.
La
vida y el mundo son claroscuros
De
innumerables matices,
Que
ante el ciego insensible
Siempre
se muestran grises.
En
los libros hay poesía,
En la
música y en los cuadros,
En
grisáceos paisajes
Y en
los verdosos prados.
En
los momentos paupérrimos
Y en
los instantes de valía,
Toda
la vida y el mundo,
Son
temas para hacer poesía.