Ciudad
de México, marzo del 2013
En
un lugar de cartón, un enano de cartón azul pastel baila y toca una piedra
musical de pintura púrpura. Sus pasos danzarines son como risas juguetonas, que
conviven en armonía con el viento que acaricia el negro pasto de azabache. Al
enano de cartón azul, le encanta darse ostentosos festines de melocotones
sonrientes, que bailan al compás de sus melodías de cartón. Cuando los
melocotones bailan su son sonriente, todos los seres de cartón bailan y bailan
con gran tesón. Embelesados, comienzan a ofrecer simpáticas canciones, que se
impregnan de manera inefable en la inmensa atmósfera de cartón azul. Conejos de
cartón tocan pequeños violines, que se escuchan con tenues notas transparentes desde
sus minúsculas madrigueras de cartón rosado, donde se solazan con litros y
litros de leche de cartón.
Cuando
la noche sangrante hace su aparición, lo hace acompañado de millones de
tortugas de neón, que vuelan en el firmamento inabarcable, iluminándolo todo
con su resplandeciente luz. Tortugas de cartón resplandeciente que revolotean
por todo el lugar, para iluminar el mundo con su luz de noche. Miles de
tortugas, millones de millares de tortugas, todas resplandeciendo con su luz de
cartón.
Cuando
la noche sangrante hace su aparición, el enano de cartón azul se transforma en
un gigante de cristal. El gigante de cristal debe hacer magia para conservar
bello su mundo de cartón. El gigante dibuja una canción de cartón sobre un
cartón viejo que huele a nuevo. Dibuja su canción, inspirado con movimientos
tenues, que se deslizan sobre la superficie acariciada por su pincel y tinta de
cartón. Dibuja lentamente, dibuja una canción interminable, mágicamente
interminable. Su canción interminable queda concluida y la recorta con mucho
cuidado. Una vez terminada su maniobra, el gigante de cristal hace sonar su
canción interminable de cartón. El gigante se emociona al escuchar su canción y
todo el mundo se conmueve con él. Las tortugas se regocijan, los conejos tocan
más alto, las nubes de cartón se deslizan con bellos movimientos. El gigante
pensativo, apaga la música, y todo el mundo se queda suspenso por un momento.
El gigante observa hacia todos lados, como si buscase algo perdido. Un aroma a
confusión impregna el ambiente. Nadie sabe qué hacer. De pronto, el gigante
sonríe y se encamina al río que nunca pudo sonar. El río lo observa con un
semblante de angustia. El gigante se queda un momento frente al río, mientras
todos lo miran con atención. Después de un momento, el gigante le ofrece su
canción de cartón y el río comienza a sonar gustoso. Es la primera vez que el
río suena y todos en el mundo de cartón están felices, todos están gustosos con
la canción interminable que el gigante le regalo al río. El río se lo agradece
sonando más y más fuerte. Suena y resuena por todas partes, inundando todo el
lugar con su canción interminable. Está extasiado, no se puede contener. Todos
están atónitos por el rugido inextinguible de su canto. Pronto la admiración se
vuelve pánico. Todos gritan, todo se está inundando. El río no se da cuenta del
daño que provoca, está fuera de sí. Lo que hace unos instantes era música, se
tornó en alaridos y gritos de desesperación. Todo el mundo murió ahogado por el
río y su música interminable. Pronto todo es silencio. Un silencio absoluto se
impone en el mundo de cartón. Un silencio de cartón.
Esta muy bien pero mucho para leer
ResponderEliminar