por Pedro Luna M.
Plácida llama,
disuelve todo y uno.
Parecida al eco que
dejan los pasos.
Imposible de hallar
en lugar alguno.
Diferente es aquello
de besos y abrazos.
Con hilos de oro se
entretejen sus lazos.
Rutilante llama que
ciega la mente.
Igual que los besos
¡La llama se siente!
Pues es tan real como
del pintor sus trazos.
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